viernes, 20 de agosto de 2010

VACACIONES EN COMPAÑÍA VIP

Después de unas merecidas vacaciones en lo laboral que no en lo personal, me marcho con la familia a pasar unos días de descanso a la capital de la Marina Alta como viene siendo habitual en los últimos años. La bicicleta no me acompaña por motivos de tiempo y espacio, y es que no me compensa tener que preparar el porta bicis ( hay que ver el poco uso que le estoy dando) para luego hacer, con un poco de suerte, alguna salida de 10 km y con la familia pendiente para ir a un sitio o a otro.
Aunque el tiempo no ha acompañado demasiado, ya que han habido temperaturas algo bajas y con las tormentas típicas de la zona y después de unos días de relax, me llevo una grata sorpresa. Paseando por el puerto deportivo de Dénia, me cruzo, ni más ni menos, con todo un campeón del mundo de ciclismo de fondo en carretera, Óscar Freire, después de la impresión inicial, decido acercarme a él y no dejar pasar la oportunidad para pedirle una fotografía juntos, ya que la ocasión lo merece y está al alcance de muy pocos. Me sorprendió mucho ya que en un tono distendido aceptó, demostrando un gran sentido del humor, me despido de él sin querer aprovecharme de las circunstancias y dejarlo descansar de sus también merecidas vacaciones.



Poco más que contar en mi breve estancia en tierras alicantinas.

¡ Hasta la próxima !

domingo, 8 de agosto de 2010

ESTRENO EN LA CALDERONA

Casi sin esperarlo y por sorpresa, se me presenta la oportunidad, de un día para otro de descubrir una ruta que hace días mencionaba en este mismo blog, las Antenas del Picayo. Quién me iba a decir a mí, que llegaría a ascender hasta allí.

Aunque a decir verdad, la experiencia fué muy dura, estoy contento por el resultado final. Cuando me avisaron para la excursión, yo tenía planeada una rutilla de las de andar por casa, pero nada comparada con "la madre de las batallas" y es que hacía mucho que la Calderona me tentaba aunque consciente de mis limitaciones siempre había aplazado tan ansiado encuentro.

Cuando recibí el sms para la convocatoria, tuve que leerlo un par de veces para confirmar que estaba en lo cierto y que no me engañaba la vista. Por fin, había llegado el día, un día para marcar en el calendario.


Aprovechando que es el primer día de vacaciones y con los ánimos y las pilas cargados a tope, me levanto temprano, incluso antes de lo habitual para tenerlo todo preparado. Un error que repito una y otra vez, no dejar la bicicleta en condiciones de una vez para la siguiente. Y es que deberíamos ser conscientes de la importancia de estos temas para evitar sorpresas desagradables de última hora.


Nos citamos a las 8:30 h en Foios, lugar de partida para la batalla. Con sorpresa descubro que vamos a ser 4 los participantes en tan señalada jornada, cuatro bikers que a esas horas no sabíamos a lo que nos íbamos a enfrentar. David, compañero infatigable de batallas y el cual ya ha aparecido en otras ocasiones en este blog, hace de guía ya que ha investigado previamente la zona, sí lo sabía pero se guarda algún que otro secreto en la manga. Los otros dos sufridores de la jornada son Héctor y Jose, Héctor ha salido en alguna ocasión con nosotros y nos ha demostrado su pericia en cuanto a descensos y velocidad se refiere y es que lo lleva en la sangre, las cicatrices lo demuestran. Por otra parte, Jose compañero de trabajo de David y amigo de ambos a diferencia de los demás, no es un habitual de las 2 ruedas y que se apunte a semejante reto, dice mucho de él y es que también lo dió todo encima de la bici.


Salimos sobre el tiempo previsto y enlazamos con el carril bici que atraviesa los diferentes pueblos de l'Horta Nord y que conforman lo que antiguamente se conocía por "Carretera Vieja de Barcelona" y el cual hemos transitado en todas las ocasiones que hemos partido de esta localidad. Nos dirigimos al Norte, con la vista puesta en el Picayo, y es que debido a su altitud, destaca a lo largo de los kilómetros, no le quitaré ojo hasta encontrarnos a sus pies. El ritmo es rápido y la media es de las más altas que recuerdo, el trabajo con la bici estática y la frecuencia de las salidas parece que está dando su fruto y es que llevamos un ritmo de 25 km/h, eso sí en llano. Se demuestra también la importancia de salir en grupo dónde tiran unos y otros y el esfuerzo es compartido. Me quedo a la cola del grupo y me dedico a hacer un book de la excursión ya que la ocasión lo merece.

Una vez llegamos a la población de Puzol y la atravesamos, empiezan las hostilidades, llegando a la salida del núcleo urbano, nos encontramos con unas obras que cortan el camino hacia la urbanización por dónde se accede a la pista que asciende hacia las antenas, preguntando a los operarios, nos indican que el camino está cortado y debemos dar un pequeño rodeo para alcanzar dicha urbanización, dicho y hecho, circulamos paralelos a la autovía y nos dirigimos hacia el Casino de Monte Picayo, hoy por hoy cerrado, a partir de aquí el ritmo baja escandalosamente porque el terreno empieza a picar hacia arriba y la alegría y velocidad inicial se van esfumando poco a poco.

Levantando la vista, podemos divisar nuestra meta que queda aún muy lejana, el problema es el desnivel que se tiene que salvar en tan pocos kilométros, lo que descubriremos sólo un poco más tarde. Finalmente accedemos al camino que enlaza con la urbanización dónde nos desviamos y observamos que aunque es cierto que el acceso está cortado, este es para vehículos, nosotros podemos atravesarlo con relativa facilidad accediendo a través de los campos vecinos y saltando las vallas. Después de esta simpática anécdota nos encontramos en la urbanización Alfinach a los pies de la montaña, todo aparentemente normal sino fuera porque el desnivel de algún tramo nos deja sin respiración nada más empezar, tras recuperar el aliento, giramos una curva a la izquierda dónde nos encontramos con un mazazo, rampa de unos 200 metros con una pendiente imposible de calificar, el plato pequeño no es capaz de salvarme de mi primer pie a tierra de la jornada, el pulsómetro se me dispara hasta las 210 ppm y la sensatez me indica que es mejor parar que pagar el esfuerzo.
Al llegar arriba y tras salvar una valla, llegamos a lo que es la subida a las Antenas en sí, tras un breve trozo asfaltado, la pista se convierte en tramos de tierra con piedra suelta, la parte izquierda no está acondicionada puesto que por obras para la instalación de red eléctrica, deja al descubierto en algunos tramos la piedra descarnada, acercándonos peligrosamente a un barranco bastante profundo.



Después de ir tan al límite, no me da tiempo a recuperar y a partir de aquí son muchas las veces que tengo que parar para subir algún que otro tramo a pie, los repechos son duros y los esfuerzos realizados se pagan. Cada uno sube a su ritmo y no puede ser de otra manera, los que tienen más nivel no deben parar su ascensión por esperar ya que una vez cogido el ritmo de subida no debe perderse, una vez más se pone de manifiesto la importancia de conocer el terreno para saber cuando tomar un respiro o dónde apretar los dientes para salvar un último repecho.

A medio camino nos encontramos con 3 bikers más madrugadores que nosotros y que ya han llegado a la cima para luego descenderla a una velocidad de vértigo. Un poco después, David nos anuncia la llegada del reto, imposible, del día. Llegamos al repecho por excelencia de esta ascensión, sin duda alguna, una rampa con un desnivel del todo imposible y bautizada con acierto como "El Muro", aunque algunos puedan subirlo sin parar, mi estado de forma no me lo permite. El camino vuelve a estar asfaltado porque ni siquiera un vehículo a motor podría subirlo de no ser todo terreno y tracción 4x4, no sabría calcular la distancia total y es que se hace eterno y duro, incluso subiendo andando como es mi caso.




Las antenas se divisan un poco más cerca pero todavía queda algo por subir. Continuamos el ascenso y tras un breve descanso en una zona de pendiente más asequible, se inicia de nuevo la ascensión, volvemos con ganas en una rampa que parece la última, a mitad de la misma, a mano izquierda hay unas flores y una foto de un chico con una dedicatoria, lo que debería hacernos recapacitar sobre las prioridades en la vida.



El camino se hace eterno y las rampas se suceden, no terminando nunca. Después de unas cuantas curvas, las antenas aparecen tras un último esfuerzo. Parece mentira haberlo logrado, personalmente creí que no lo conseguiría. Nos dirigimos a un mirador cercano coronado por una cruz y algo alejado de las antenas para disfrutar del paisaje y coger fuerzas ya que al menos hoy, nos lo hemos merecido. Las vistas son excepcionales y se puede divisar toda la costa, con el mar al fondo, la población de Sagunto y a nuestras espaldas, los incontables picos que pueblan la Sierra Calderona, inmumerables pistas y senderos para explorar.





Tras reponer fuerzas y sacar algunas fotos coincidimos con un biker recién llegado que nos da algunas indicaciones para próximas rutas. La zona por la que hemos subido desde Puzol es la más dura, desde Gilet hay otra opción que tiene rampas mucho más asequibles y que se úne a la variante de Puzol en el último tramo de ascenso.



Después de darle las gracias y despedirnos, comenzamos el descenso que se antoja cortísimo en relación al tiempo empleado en la subida, en menos de 5 minutos y con velocidades cercanas a los 50 km/h, nos encontramos nuevamente en la urbanización a los pies de la montaña, desde aquí atravesamos la población de Puzol para coger el carril bici y con un ritmo más tranquilo llegar a nuestro destino.

Esta vez han sido menos kilómetros que las últimas veces, pero la exigencia física no es comparable con nada conocido hasta el momento, en total algo menos de 40 km que se suman a los ya recorridos. Un placer compartir semejante ruta en compañía, ahora toca repetir y cuanto antes, mejor.

¡ Hasta la próxima !

lunes, 2 de agosto de 2010

KILÓMETROS PENDIENTES

Una vez más, la Ruta Fluvial del Turia me ayuda a liberar tensiones y aunque nos llenamos de polvo y nos hace pasar calor, volvemos una vez más a rodar sobre ella. Hoy me decido a continuar más allá de Ribarroja y llego a Vilamarxant. Era una deuda pendiente.

Han sido muchas las veces que he intentado continuar la Ruta Fluvial hasta el final pero siempre ha habido algún motivo que lo ha impedido, normalmente ha sido la falta de tiempo. Hoy me decido a continuar y conocer ese tramo de la ruta. Poco después de Ribarroja me úno a otro biker que pedalea con su hijo y que va en la misma dirección. A pesar de no haber mucha distancia entre ambas poblaciones, el hecho de ser una zona completamente nueva para mí, hace que disfrute de estos kilómetros.

En esta época del año, hay muchas zonas del río frecuentadas por gente para darse un chapuzón y aliviar los calores del verano. En un remanso del río y con el pueblo de Vilamarxant muy cerca, hay un grupo de gente, dándose un baño a los que preguntamos el camino ya que hay una bifurcación desde dónde salen varias opciones, cuando nos indican la dirección correcta, nos separamos ya que mi meta es Vilamarxant para volver después a casa, mis compañeros de ruta continúan algo más para explorar la zona.

El total de kilómetros ronda los 45 aunque no puedo descargar el itinerario de la ruta porque la batería del móvil se agota antes de llegar a casa. Excelente razón para volver a repetir la ruta y es que hay que buscar cualquier excusa para aprovechar y salir a estirar las piernas y hacer algunas fotos puesto que tampoco llevaba la cámara encima.

¡ Hasta la próxima !